martes, 21 de enero de 2014

Capitulo 2

Ella se llamaba Mar, y os juro que no era por el azul de sus ojos, ni de los charcos que le encantaba atravesar. Era despistada, pero de ideas claras, ya sabéis eso de que creía en sus pasos. Era un metro sesenta y cinco de amor agazapado, era una canción de domingo cuando la escuchas en sábado. Morena, su pelo caía hasta debajo de sus hombros, algunos pensaban que la caída de su pelo era la única caída que querían sufrir en su vida, que saltar al vacío no era nada, si caías por su espalda. Su espalda, era como si tocarás todos los días una guitarra y no desafinara, era como saberse cada piedra de un camino y cada vez que lo cruzas te parece uno totalmente distinto. Casi nunca era tímida y casi nunca pensabas que respiraba. No era nervios, no era una chica delicada aunque pareciera sacada de revistas con una gran tirada. Calzaba más de un 36 que es un 37, y sus piernas andaban con la seguridad de que solo sujetas el momento que pasa.

Nadie sabía porque pero no había nacido en verano aunque lo pareciera, aunque cada parte de ella era un Julio que no sabe llegar a Agosto, aunque las gafas de sol fuera lo último que se quitaba cuando llegaba a casa. Nació en octubre, los meses de otoño en que nacen los amores que atraviesan inviernos, que hibernan por momentos. Estudiaba derecho, algunos de sus ex, le decían que estudiaba derecho para defenderlos de ella misma, de sus prisas y de comerse el mundo cada vez que le apetecía.


Aunque no tardo nada en ir a bailar con el, no era tan fácil de conquistar como parecía. No era la mítica chica guapa que se muere por que alguien se le acerque porque los intimida. Si ella quería algo lo conseguía. No era prepotencia era seguridad de verse envuelta, en los asuntos que ella quisiera.

El se llamaba Nicolás y le llaman Nico para abreviar. Llevaba barba y el pelo descuidado, las manos tajadas de tocar la guitarra. No era muy alto pero era más alto que ella y con eso a el le bastaba para picarla en los días en que no pasaba nada. Desde pequeño quería ser bohemio, le daba vergüenza ser el protagonista de las historias que escuchaba y por eso se dedicaba a contarlas. Era de los que pensaban que cualquier día de estos iba a pasar algo, que cualquier brisa de viento se convertiría en tornado y quizá así lo llevaran volando. Veía corazones en la cabeza de la gente paseando y aunque no hiciera nada, siempre estaba planeando algo.
Tenía los ojos oscuros, sin más, oscuros. Y era todas las eternas promesas que se piensan en la cama de noche.

Decía que estudiaba la vida, mientras trabaja en cosas que no le apetecían, para grabar canciones con gente que no las entendía, para invitarla a bailar al menos ese día.

Para el las presentaciones no se merecían la importancia que le daban. Que las buenas impresiones solo eran superficiales, que para conocer de verdad a alguien había que aprender a mirarlo a plena a vista, y a escucharlo sobre todo cuando las cosas dolían, pero también en los días que a nadie querían.

Ellos no supieron sus nombres hasta la 3º cita. El 4º baile y el 2º beso que por la comisura de los labios de ella caía justo en el momento en el que él de casualidad se lo recogía.

Iago de la campa  @Iagocampa

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